Pieza Pizarrón (o Lehrstück negra)
El pizarrón, la tiza, el borrador son cosas propias de una casa, una
escuela, una universidad, una fábrica, una oficina y una calle. Escenas de
explicaciones, de comentarios donde vienen a desplegarse un sin número de relaciones.
La ciudad está llena de
pizarrones.
Vivo en Rosario, una ciudad que
como tantas, está repleta de ellos, usados por los
comerciantes para comunicar oferta de mercadería y precios.
Ese estado del dibujo en la letra, el espesor particular de la caligrafía,
los hace únicos. El tiempo de viaje en colectivo ha sido y sigue siendo el
de leer estos carteles negros. Un ejercicio ingenuo que guarda cierta
delicia con la práctica de los chicos y sus primeras lecturas
públicas.
A fines del siglo XIX y hasta la década del 40, en
Argentina, ante la escasa producción de papel y su elevado costo, los chicos
iban a la escuela con pizarras de piedra negra revestida en madera, a veces en
formato de cuaderno con bisagras, o bien como un plano único. La superficie interior
era una piedra perfecta para dibujar y borrar, una roca homogénea, densa, de grano fino e impermeable formada por la
compactación de arcillas. En esa pizarra, antes de
ir al cuaderno de clase, se apuntaban cuentas y otros ensayos. Mi madre tuvo
una que desde chica usé casi exóticamente, ya que había sido retirada del
mercado porque levantaba mucho polvo y el papel se abarató.
Este caso, es el origen de la Pieza Pizarrón o Lehrstück negra.
En el año 2001 proyecté
alquilar una casa de 2 plantas con grandes ventanas, tapizarla de
pizarrón negro, y luego invitar a mis dibujantes preferidos, que vivirían en
ella disponiendo de esa arquitectura pizarrón.
Un cuarto de paredes pizarrones es una sala de
ensayos, un dispositivo específico para plantear procesos y problemas, pero
siempre con la particularidad de la acción performativa, ya que el espacio es
lo dibujable y resulta imposible sustraer el cuerpo de ese lugar. La palabra
dispositivo viene del uso en la informática, sin embargo la Pieza Pizarrón es
de tamaño enorme y ritmo lento.
Hay Piezas de exterior y de interior. La de
exterior es una estructura de paredes y sin techo, trasladable, de 8 a 16
módulos, entre 15 a 30 metros lineales. Las
de interior se pueden adecuar a otros espacios pre-configurados como una
fábrica, un club, una escuela, una iglesia, una oficina, una universidad, un
centro cultural, un teatro. Los pizarrones se convierten en espacio. Ese espacio da lugar a
escenas, en esas escenas se ven actos de intercambio entre artistas y público que
me hacen pensar en funciones. Este uso transforma al lugar en una especie de teatro.
En la Pieza Pizarrón el acto de
dibujar se vuelve performático, toca al teatro y no existe distancia entre
ejecutante y público. Así, puedo asociarlas con ciertas obras de Bertolt
Brecht: las Lehrstücke, o Piezas de Aprendizaje. Éstas son menos piezas que enseñen algo,
que piezas en la preparación de las cuales se produce un aprendizaje. Entre 1926 y 1936 en Berlín, Brecht piensa este
espacio teatral, escribe y dirige estas piezas. El uso de carteles y frases que
podrían ser tanto escolares como propaganda política, la improvisación, los
gestos corporales construyen una trama, donde actores y publico no se
diferencian. Las piezas fueron hiper experimentales, y a tal punto Brecht
quería comprobar que fueran didácticas, que a la salida se repartían
cuestionarios con preguntas para recolectar observaciones acerca del tema.
¿Cómo sería el uso de la Pieza Pizarrón para una
bióloga, un pescador, un grupo de adolescentes, un médico, una letrista, un
cocinero, una maestra de geometría, un artesano, un músico, una bailarina, un
político? Si las escuelas tuvieran una Pieza Pizarrón permanente, ¿cambiaría
algo en el modo de aprender? Los pizarrones tienen esta
impresión extrema de pobreza, de utilidad, de uso portátil, y como los espejos
guardan secretos que no guardan.
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